Séneca quiere montar un nuevo negocio turístico en su rancho de los secos. Ha perdido el algodón que cultivaba y espera “cosechar metros cuadrados” para vender su tierra, en la que están interesados en construir un parador. Contrario al galope de los tiempos de ahora, piensa aprovechar la “corriente turística” y esperar, ir despacio, tener una ilusión… tal y como ocurrió con el puente de los Navillos de Villaclara.