La cofradía antequerana de Nuestra Señora del Rosario, que se remonta al siglo XV, organiza cada año esta festividad. En 1679, durante una epidemia de peste, Antequera se encomendó a la virgen del Rosario, sacando a la imagen en rogativas. Según se recoge en un cuadro de la época, AL procesionarla en pleno verano, llovió en la ciudad, limpiando el ambiente y descendiendo los contagios, lo que fue interpretado por los habitantes como un milagro. Su popularidad creció tanto que llegó incluso a ser considerada patrona de la ciudad en esos días. Tras la desamortización de Mendizábal y la desaparición del convento de dominicos, la devoción pierde fuerza en la ciudad, aunque siempre se mantuvo viva. Un fervor que sigue estando muy presente entre los antequeranos y que se evidencia durante su procesión del mes de octubre.