Comenzó su interés por la música en las canciones de la cultura popular. Canciones de retaguardia cantadas al calor de las hogueras, cantadas en voz baja. Consiguió rescatar a la copla de las garras del león y la llevó por los senderos de las vanguardias, la modernidad y la revolución. Llevó los ritmos de su tierra al límite de la fusión y fue precisamente en este límite donde encontró su equilibrio. Con un humor ácido y surrealista, militó en historias de mujeres de su tiempo. Peinetas y trajes soñados en el sueño de una noche traviesa de verano del Sur. Y gafas negras, como de rockera posmoderna, que esconden una de las miradas más limpias y honradas del panorama musical. Jugó al despiste cuando quiso pero al final, quien quiso, pudo y supo encontró su verdad. Una verdad contada y cantada durante 25 años, los que ahora celebra sobre el escenario. Hace balance y ajusta cuentas con el destino. La historia de esta entrega de "1001 Noches", que suena a copla eterna y nueva, es la historia de dos mujeres con unos mismos ojos verdes que se esconden tras las gafas de Martirio.