Gitanos I

Las comunidades gitanas, que llegan a España en el siglo XV, se relacionan bien con los lugareños. Después vendrían tiempos más equívocos con estereotipos que conviene corregir.

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Gitanos I

La primera indicación de gitanos españoles es un salvoconducto de 1425, otorgado en Zaragoza. Las crónicas indican que más gitanos llegan a Barcelona en 1447, desde Francia. En Andalucía, lugar hoy paradigmático de los gitanos españoles, parece ser que se establecieron mucho antes, aunque el primer registro histórico es el de la llegada, de Tomás (probablemente el mismo grupo de treinta años antes) y Martín, también «Condes de Egipto Menor» -eso decían ellos-, quienes fueron recibidos en Jaén en 1462. Desde el principio fueron numerosos los gitanos en Andalucía, atraídos quizá por la riqueza de nuestros campos. Además, el último tercio del siglo XV representa para Andalucía un continuo movimiento bélico; y eso supone necesidad de caballerías, de herraduras, de armas y munición, y otros servicios. Nuestras tierras son entonces una fuente de opulencia para los gitanos, a tono con su mentalidad y habilidades. No parece casual que las poblaciones serranas entre Sevilla, Cádiz y Málaga, arrojen aún en el siglo XVIII una desproporcionada densidad de gitanos herreros. Las diferencias de estilo de vida producen relatos y leyendas, verdades y mentiras, desde el rechazo, a la protección paternalista; desde la sublimación de la realidad, a la ocultación. Ya es hora de romper tópicos. ¡Escucha, hablan los gitanos!