La sal de la tierra

La cultura como forma de vida y actitud ante la misma centra este capítulo, en el que está muy presente el pueblo y sus manifestaciones.

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La sal de la tierra

Antonio Gala tiene tres licenciaturas, escribe, cultiva la elegancia, goza de la vida… para él la cultura es algo congénito, con lo que se nace, es el camino más recto para que un pueblo sepa quién es y se reconozca. Es una suma de lenguas y sus emanaciones, de tradiciones, de religión, de comportamientos, de ideales, de determinados artes, de la historia de ese pueblo… “Estoy tan convencido de la existencia de esos cultos que no saben que lo son, que la cultura es nuestro supremo bien, es el más íntimo y el más familiar. Es eso que se llama señas de identidad. Es nuestra huella dactilar, es una forma de llegar a ser, de haber sido, una forma de estar siendo que no se termina nunca del todo”, afirma en "Trece Noches". Niega rotundamente que la cultura sea aburrida, “lo que sucede es que se ha olvidado de dos cosas fundamentales: la cultura es viva, igual que una lengua, que se habla o desaparece; y luego es una obra en común, es algo que se hereda y se tiene que transmitir como un patrimonio colectivo”.