La religión

La fe en la vida y en la razón marcan la existencia de Antonio Gala, quien confiesa a Jesús Quintero que creer es un don envidiable.

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La religión

Décima noche dedicada al alma, la mística y la religión. Antonio Gala confiesa que su Dios es esencialmente la vida porque “es la que nos da todo, nos sostiene, la que nos exige y la que nos recompensa (…) Amar a Dios es amar a todos los hombres, por eso digo que mi Dios es la vida”. Justifica la existencia de la fe porque el hombre, al ser una vida que tiene conciencia, siente cuatro necesidades que marcan su historia: la necesidad de identificación, de saber quién es él; la segunda, una necesidad de vinculación (socialización); la tercera, la trascendencia de ser criatura creando algo (un hijo o una obra); y la cuarta, la necesidad de un ideal que ponga orden en el caos en el que el hombre se desenvuelve, por eso no es extraño que el hombre haya podido recrear a su Dios. Asimismo, confiesa a Jesús Quintero en “Trece Noches” que creer es un don envidiable: “Yo envidio al que cree con sinceridad, envidio a esa almohada cariñosa que puede ser Dios para las noches, las inquietudes, los temores, las certezas de un alma humana…”. Sin embargo, él sí cree en el instinto de trascendencia porque “dentro de nosotros hay algo que nos mueve a más, pero es algo que no dejamos volar, es la razón. Tiene que desplegarse entera y yo no sé hasta qué punto las religiones están coartando a la razón, creer en dogmas es demasiado contrario a la razón”.